Los tres dias de mi visita a Juanjo llegaban a su fin, despues de un dia playero fuimos a conocer la Colonia St. Jordi, uno de los balnearios que mas me gusto, pues desde el club nautico, donde parqueamos, habia una acera bordeando el mar que tenia como destino principal el faro. Desde alli se podia avisorar la isla Cabrera, que segun comentaron se puede visitar pero que no hay viviendas, restaurantes o algun tipo de negocio en el lugar, debe considerarse un lugar historico o protegido pues de no ser asi hace mucho habrian desarrollado un complejo inmobiliario en el lugar. La isla no debe ser muy grande y calculo la distancia de isla a isla no debe ser mas de tres kilometros.
Hicimos un alto en el lugar y poco a poco fue llegando mas gente al lugar, desde el faro se veia la quietud del mar, la brisa nos acariciaba y el sol se despedia de nosotros. Pense en el Peru, en los veranos de niñez y juventud disfutados en Lima, con la familia y los amigos. Si bien en aquel momento estaba a miles de kilometros de mi pais, no me sentia triste o nostalgico, por el contrario habia pasado dias estupendos en Mallorca y pense "este sera otro verano inolvidable", despues de todo nuestros recuerdos estan ligados a las personas, son ellas las que hacen que en la memoria queden esos momentos gratos. En esta ocasion fue Juanjo y su familia los que hicieron de mi estadia en Mallorca un recuerdo imborrable.